La mente y el cuerpo mantienen una conversación constante. Cuando la ansiedad aparece, no solo altera el sueño o la concentración: también puede afectar el deseo sexual y la forma en que nos relacionamos con nuestra pareja. Desde la psicología emocional, entendemos que la ansiedad no es simplemente “nervios”, sino una respuesta del cuerpo ante el estrés, el miedo o la inseguridad. Y ese estado de alerta continuo puede interferir directamente con la intimidad. Nuestros sexólogos en Gijón hablan del tema y te dan consejos sobre cómo afrontarlo.
Ansiedad y deseo: un circuito que se apaga
El deseo sexual requiere relajación, confianza y conexión emocional. Sin embargo, la ansiedad activa el sistema nervioso simpático, el mismo que se enciende cuando el cuerpo percibe peligro. En ese estado, el organismo prioriza la supervivencia, no el placer. Por eso, es habitual que una persona con ansiedad experimente disminución del deseo sexual, dificultades para excitarse o incluso bloqueos en la respuesta física.
Además, la mente ansiosa tiende a rumiar pensamientos: “¿Lo estaré haciendo bien?”, “¿y si no tengo ganas?”, “¿qué pensará mi pareja?”. Esa autovigilancia constante genera un círculo vicioso: cuanto más se intenta forzar el deseo, más se aleja.
En consulta, muchas personas lo describen como “sentir la cabeza llena y el cuerpo desconectado”. Y tiene sentido: la ansiedad rompe la conexión entre mente y cuerpo, dos piezas esenciales para disfrutar de la sexualidad.
Cómo reconocer si la ansiedad está afectando tu deseo sexual
No siempre es fácil identificar el papel de la ansiedad. Algunas señales frecuentes son:
- Falta de interés o ganas de intimar con la pareja sin motivo aparente.
- Pensamientos automáticos de preocupación o culpa antes o durante el encuentro.
- Sensación de tensión corporal, miedo a fallar o dificultad para relajarse.
- Evitación progresiva de momentos íntimos o afectivos.
Si estos síntomas se mantienen en el tiempo, conviene abordarlos con ayuda profesional, ya que no se trata solo de un “bajón” pasajero, sino de una manifestación emocional que necesita atención.

La influencia del contexto y las emociones
Factores como el estrés laboral, la presión por rendir, los conflictos de pareja o una baja autoestima pueden amplificar la ansiedad y, con ella, la pérdida de deseo. La mente se llena de tareas, preocupaciones y exigencias, y el espacio para el placer se reduce.
En estos casos, la comunicación con la pareja es clave. Hablar de lo que ocurre sin culpas ni reproches permite aliviar la tensión y generar comprensión mutua. En Gabinete Colibrí trabajamos precisamente este equilibrio entre emociones, deseo y comunicación, ayudando a las parejas a reconectarse sin presiones.
Qué hacer cuando la ansiedad apaga el deseo
La buena noticia es que recuperar el deseo sexual es posible. La psicología emocional y la sexología clínica ofrecen estrategias eficaces para ello:
- Identificar la fuente de ansiedad. A veces no está relacionada con la pareja, sino con la autoexigencia, el miedo al rechazo o la falta de descanso. Detectarla es el primer paso para desactivar el circuito de alarma.
- Trabajar la relajación y la conexión corporal. Técnicas de respiración, mindfulness o ejercicios de focalización sensorial ayudan a reconectar con el cuerpo sin presión.
- Cambiar la forma de entender el sexo. El deseo no siempre es espontáneo; puede cultivarse con afecto, humor y novedad. Recuperar los pequeños gestos de cercanía y complicidad es esencial.
- Terapia psicológica o sexológica. Cuando la ansiedad se ha instalado y afecta al vínculo, la intervención profesional permite romper el ciclo de preocupación y desconexión. En la Terapia de pareja y sexología de Gabinete Colibrí, trabajamos con herramientas adaptadas a cada caso para reconstruir la intimidad desde la calma y la seguridad emocional.
Recuperar el equilibrio entre mente, cuerpo y pareja
Superar la ansiedad sexual no consiste en “tener más ganas”, sino en reconciliarse con las propias emociones y con el cuerpo. Cuando disminuye la ansiedad, el deseo no tarda en reaparecer, porque el placer es una forma natural de conexión.
Dedicar tiempo a escucharse, descansar, pedir ayuda y compartir lo que se siente son los primeros pasos hacia una sexualidad más libre y consciente. La mente tranquila es el terreno fértil donde el deseo vuelve a florecer.
Nacho Arteaga Abella
Psicólogo Sanitario y co-director del proyecto - Colegiado Nº O-02967
• Licenciado en psicología (Universidad Complutense).
• Master en Trastorno Mental Grave: de la integración de modelos a la combinación de psicoterapia y psicofármacos (Universitat de Barcelona).
• Formación en terapia cognitivo-conductual, habilidades terapéuticas, intervención y acompañamiento en duelo, regulación emocional e intervención psicosocial en enfermedad mental.
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